El Rabino nos disertó sobre la
necesidad de una “Argentina
Ciudadana” y la necesidad de
transformar a los habitantes de la
Nación en Ciudadanos de la
Republica; de construir una
ciudadanía basada en los valores de
nuestra Constitución, transfiriendo
las virtudes de lo privado a lo
público. De hacer de la política
cívica una práctica espiritual de
bien común y de sus representantes,
dignatarios y estadistas de la
Republica Argentina. Constituir una
minoría transformadora que pueda
ofrecer a la mayoría, una
alternativa de Nación refundada en
la ley - aun pendiente de cumplir -
tal como establece la Constitución.
Detalló su propuesta: Argentina: del
paraíso perdido a la tierra
prometida; la Argentina, como nación
fundada en los valores de la
Constitución, es nuestra tierra
prometida. La asimetría entre
nuestra capacidad de trabajar y el
escaso interés con que asumimos
nuestras obligaciones cívicas,
provoca una crisis de valores que
permite que no sean los mejores,
sino los peores los que llegan a
gobernarnos. El legado de la
identidad argentina dejaría de lado
la "viveza criolla" para sostener
con dignidad la ley como pacto
nacional. La mayor restricción que
la Argentina tiene para llegar a ser
la tierra prometida que todos
esperamos, somos los mismos
argentinos. Por ello, el
Bicentenario no debe fijarse para el
2010 sino para el 2016, Bicentenario
de nuestra independencia mas que el
de la Revolución de Mayo.
"Para recuperar la tierra prometida,
recordando el paraíso perdido,
debemos proclamar la independencia
espiritual de las Provincias Unidas
que sea la base de una segunda
República Argentina. El pueblo ya
sabe de qué se trata. Nada bueno
saldrá sólo de Buenos Aires. Debemos
encontrar una nueva casa de Tucumán
donde delegados de todas las
provincias vuelvan a establecer las
bases de una República
representativa y federal, que nos
permita reafirmar los valores de
libertad, igualdad y fraternidad."
"Implica ser Ciudadanos: Hacer
política y construir poder. Se trata
de establecer concretamente cuales
son los acuerdos básicos que
permitan no sólo prometernos sino
comprometernos a hacer. No sólo
clamar sino reclamar aquello que se
requiere para que seamos plenamente
una tierra de libertad, igualdad,
ilustración y progreso. La meta es
lograr un consenso que proyecte a la
República en la visión de los
hombres de la Patria que guiaron sus
orígenes. Un decálogo con principios
y presupuestos básicos que nos
permitan alcanzar mejores
instituciones, mas libertad,
progreso económico-social y de
realización personal, con igualdad
de oportunidades para todos los
habitantes. Presentar de manera
coloquial y sincera los puntos
elementales que cada ciudadano debe
suscribir a modo de contrato y pacto
cívico, a fin de ser socio pleno y
responsable de una sociedad que ya
no lo contiene solo como habitante
pasivo, sino como ciudadano activo.
Así establece entonces el Decálogo
del Foro del Bicentenario estas
premisas:
1. Vivir reconciliados en un
proyecto común de coexistencia
política. Respetar plenamente la
Constitución y el Estado de Derecho.
Rechazar todo proyecto hegemónico y
desechar el sectarismo y la
intolerancia.
2. Administrar el Estado con
decencia y en función del bien
común. Debe ser profesional y
transparente, con funcionarios que
ingresen por concurso, y promovidos
por sus méritos.
3. Asegurar la independencia de
poderes. Los órganos de control
deben cumplir sus responsabilidades
sin condicionamientos. Asegurar la
plena libertad de prensa y el amplio
debate político.
4. Garantizar el control de la
igualdad de oportunidades en las
elecciones. Fortalecer los partidos
políticos. Regular en forma ecuánime
la distribución de los recursos del
Estado. Garantizar la neutralidad
del Estado en el proceso electoral.
Rechazar como indigna la
manipulación de la pobreza con fines
electorales.
5. Reducir la pobreza y la exclusión
con medidas profundas, que estimulen
la creación de trabajo y generen
oportunidades de ascenso social.
6. Avanzar hacia una comunidad
segura, libre de amenazas,
respetuosa con el prójimo. Enseñar a
obedecer la ley, combatir la
delincuencia y garantizar los
derechos de los habitantes.
7. Elevar la calidad de vida,
proteger la salud, defender y
promover nuestro patrimonio cultural
y natural, y preservar el medio
ambiente. Restablecer, para todos
los argentinos que hayan aportado al
sistema de previsión social, una
jubilación que garantice los
derechos adquiridos.
8.
Sostener un sistema educativo
orientado hacia la excelencia y la
integración social. Valorar el
conocimiento, la tecnología y la
ciencia. Mas escuelas, mas horas de
clase, docentes bien pagos y mejor
entrenados.
9. La economía debe ser libre e
integrada al mundo. El sector
privado tiene que ocuparse de
producir. El Estado debe actuar con
prudencia fiscal, defender al
consumidor, promover la competencia,
regular los servicios públicos,
proveer estadísticas confiables e
incentivar las fuerzas creativas de
la sociedad. Respetar la fe pública
y los contratos.
10. Recuperar su prestigio,
influencia y credibilidad
internacional. La política
internacional debe asumirse como una
política de estado que interprete,
sin partidismos y con consenso
interior, los intereses estratégicos
de la Argentina en el mundo.
Ante un cerrado aplauso de la
concurrencia, Bergman concluyó
manifestando que "La asociación
lícita de ciudadanos para este bien
común, es en definitiva la base
constitutiva de una nueva manera de
ser y hacer política."
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